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Belfast, en el siglo XXI |
Así que guía mediante, me dispuse a leer como loca todo lo que dos horas y media dieron de sí mientras el conductor hacía lo propio en inglés. Y elegí un sitio de entre todos los "puntos de interés" que la guía presentaba. El número cinco: The Entries.
"Son una serie de callejones junto a la High Street que datan al menos de 1630 (...)". Sí, y al principio; debo añadir, un tanto inhóspitos. Al menos cuando di con uno de ellos -para mí era el primero- y el hombre que fumaba un pitillo y aprovechaba ese lapso para desconectar del bullicio del restaurante- me confirmó que sí, que ese callejón llevaba a The Entries, me regaló una mirada de ánimo para que entrara. Era una calle estrecha, de ladrillos naranjas desgastados, grafittis y contenedores cubierta por un cielo gris. Y nada transitada, al menos en ese momento. Así que allí fui a parar y pronto me di cuenta de que aquello era un laberinto donde era relativamente fácil situarse y que albergaba el corazón de Belfast.
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La White´s Tavern es el pub más antiguo de Belfast. Data de 1630 y está situado en la Winecellar Entry. |
En letras blancas sobre un fondo negro, un cartel explica que en estas calles se desarrolló el comercio de la ciudad, sobre todo en el siglo XVIII. Sin embargo, el espíritu de los negocios, de aquellos primeros mercantes se originó en la White´s Tavern, en la Winecellar Entry. Fue la primera taberna en conseguir una licencia (desde 1630 datan las conversaciones con vocación comercial) y, por tanto, hoy se publicita como la más antigua. La sensación al entrar en él así lo confirma. Pequeño y rodeado por madera antigua, vieja y oscura. Pero lleno de gente que se percata enseguida del turista que entra en sus aposentos. De fondo, el eco del 'craic' o como los irlandeses llaman a la charla entre amigos.
Una callejuela localizada en The Entries, la 'parte vieja' de Belfast y donde comenzó a desarrollarse el comercio.
Es fácil perder el sentido del tiempo en esas calles que sostienen el pasado. Decoradas con carteles que ensalzan la Guiness, los murales de todo tipo o estampas de postal. Y luego, si uno quiere regresar al tiempo, esta lo de siempre: una calle central con centros comerciales, tiendas, personas que van y vienen con prisa, grupos que te paran para convencerte de un proyecto y artistas callejeros (perdón, para mí estos siempre son singulares). Un retrato de Belfast ciudad, de al menos lo que pude ver en una tarde (por la mañana paseé por el Titanic Quarter, hereda el nombre por ser la zona donde se encuentran los muelles que vieron nacer al Titanic. Recomendable si se quiere ver el enorme puerto).
Belfast tiene mucho más, por supuesto. Pero aquella tarde en The Entries supuso un intento de ver sus raíces en el plano de una ciudad cuyo trazado sigue moviéndose.
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