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El bosque de Sorginaritzaga , donde se celebraban akelarres |
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La Cruz de Roldán |
Los primeros kilómetros empezaban a pesar, pero la compañía de la naturaleza y los seres que alimenta, y me refiero a las vacas, hacía el camino más soportable y entretenido.Y así, paso a paso, la conversación y el primer encuentro con otros peregrinos dio sus primeros frutos. Fran, de Alicante, y Ángel, de Vitoria, fueron las dos primeras personas con las que hablé. Con ellos, y con más gente que se fue uniendo en el camino, llegué a Zubiri.
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En el Camino cualquier detalle resulta entretenido |
Allí, ducha y descanso, descanso y descanso. Pero.... los 'primeros tenores o roncagrinos', como les bautizamos más tarde, pronto nos alumbraron con su sinfonía. Ronquidos y más ronquidos, se intercalaban los suaves y los fuertes. Vaya, una banda sonora que, me temo, escucharé a lo largo del camino interpretada por diferentes peregrinos. Más tarde, en el río, todos les informamos de que sus dotes musicales no eran del todo bien recibidas. En el río conocí a más gente y tuvieron lugar las primeras bromas. "La de Pamplona, que nos haga de guía turística - poteística". La de Pamplona aceptó el nuevo rol sin complejos. Y sin saber que un esguince de tobillo le recluiría en casa al menos durante dos días.
Más tarde me dio por hablar con los lugareños. Es una de las muchas cosas buenas de hablar con los que llevan el pueblo metido en la sangre. Me contaron historietas que no salen en la guía. Como la leyenda del puente de la Rabia. "Dicen que una chica contrajo la rabia y que la enterraron viva debajo del puente. Los años pasaron y el ganado atravesaba ese puente porque se creía que los protegía de la enfermedad". Zubiri, como todos los pueblos, también ha cambiado. "Antes solo había cuatro casas, todo el mundo hablaba euskera y se vivía del pastoreo. Después, vino la fábrica de Magnesitas y el pueblo empezó a crecer. La empresa construyó casas para sus trabajadores. Ahora esas casas se han vendido y viven parejas jóvenes con sus hijos". El pueblo cuenta con una escuela y hay niños en invierno y en verano. También me enseñaron la primera posada, separada del resto de casas. "Para su época era muy grande", comentan no sin orgullo. El puente se acaba de reformar, pero por falta de presupuesto queda por cubrir el suelo.
Cómo no las palabras, siempre, te sorprenden por su capacidad para atraer vivencias. Un lugareño que sobrepasaba los 80 años, con intensos ojos azules, pelo blanco y mirada infinita, sentado en el banco de piedra, parecía ajeno a la conversación. Rígido, no movía ningún músculo, y apoyaba su mano derecha en su bastón. Cuando dije que tenía un pastor vasco que se llamaba Lagun, me miró. Sonrió, y dijo: "¿Ya sabes que Lagun es compañero, amigo?". "Sí", le respondí. La mujer, como para aclarar el por qué del comentario, me explicó: "Toda su vida la ha dedicado al pastoreo". Me gustaría saber cuánto de la vida de aquel hombre puede esconderse tras esa palabra: amigo.
Chorizo con pan integral. Primera cena y primera quedada para la siguiente etapa: Zubiri - Pamplona. Hora de echar a andar: 6.30. Esta vez con compañía. Con futuros amigos. Dos primeras ampollas y muchas agujetas fue el balance médico de la etapa. Y también el orgullo de haber superado la primera de 30 y los primeros 22,14 kilómetros de 800. Alea jacta est.
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