Hasta que el autobús de línea no arrancó de la estación de autobuses, no fui consciente de que este viaje empezaba. Ya está. Camino a Roncesvalles, cuna de la peregrinación desde hace siglos. Y el Día de Santiago Apóstol. Un buen comienzo. En el interior del autobús, todos o casi todos éramos peregrinos. A mi lado había una pareja joven extranjera, tres amigos, y otros tres (que más tarde lo descubrí) habían emprendido el viaje solos, pero desde los primeros minutos daban la sensación de conocerse. "¿Todo bien?", le preguntó un hombre mayor a la chica que se sentaba junto a mí. "Sí", contesto ella. Dentro hacía mucho calor y el aire acondicionado parecía hacer oídos sordos. La crisis hizo su aparición en los primeros 20 minutos. Una llamada de trabajo. "Que tengo un buen perfil, cumplo con los requisitos, pero...que ya me llamarán, que ahora nada". "Pues por eso nos vamos a hacer el Camino, chica", le argumentó su amiga. Después, trucos y consejos varios sobre las etapas y lo que daba de sí el Camino. Y la convivencia. "Yo estuve diez días caminando con una amiga, pero tenía una actitud muy negativa. Se quejaba por todo y al final le dije que o cambiaba o me iba. Y cambió". La última frase antes de bajar y pisar Roncesvalles. "Dicen que el Camino te da lo que necesitas cuando lo necesitas", dijo la amiga, la que no había hecho el Camino.
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El claustro medieval del s. XIV, se reedificó en XVII |
En Roncesvalles uno palpa la leyenda. Las fórmulas dirigidas al peregrino, que se encuentran en algunas paredes, unidas a la iglesia, el claustro, la capilla de San Agustín, la tumba de Sancho El Fuerte o el silo de Carlomagno ... te envuelven en un ambiente de misterio y curiosidad hacia la Historia conservada. Fui a una visita guiada que dirigió el cura Juan Carlos Elizalde fantásticamente. Elizalde, como confesó, es un apasionado del Camino y eso se notó en sus explicaciones. El encuentro entre peregrinos comenzó con un "¡Peregrino!, ¿quieres pacharán?". Noski. Nos fue detallando retazos de la historia y curiosidades como que el fémur del rey Sancho El Fuerte medía 60 centímetros y, en su totalidad, 2, 15 metros. En ese momento entendí lo de... El Fuerte.
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El albergue de la colegiata, del s. XIV, a las 6.30 horas |
A las 6.30 horas, salí de Orreaga. Elizalde, fiel a su entusiasmo, se había levantado y despedía a cada uno de los peregrinos señalando el camino y resolviendo cualquier duda. "¡Adiós, Katrin!", me dijo.
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