-¡Pero será hijo de puta! ¡Piiiiiiiiiiiiiiiii...!-sonó la bocina- Pedazo de subnormal, desgraciado. ¿No ves que es prohibida? Joder… lo que hay que aguantar. Tranquilo, Pedro, esto es lo normal,el día a día. Cada vez hay más inútil suelto con un volante en las manos. Mira ese que se acerca por la izquierda, te digo que es mujer. ¡Lo ves! Si es que mujer al volante, peligro andante. ¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…! Que pases, coño, que aquí tenemos prisa. Te prometo que esta vez no llegas tarde.
Pedro asintió. Sabía que no debía hablar o toda la sarta de improperios se dirigirían a él. Miró el reloj: las 8:30 horas de la mañana. Ya no llegaba. Como de costumbre, asumió la derrota en silencio.
-Mariconazo, que te des prisa. ¡Mierda! Fíjate esa señora, ¡oiga, que le pesa el culo! Esta vez llegamos. Ya estamos, giro a la izquierda y…ya. Listo, ¿ves qué bien? Bueno chaval, que pases un buen día. Tu madre te recogerá cuando salgas. Cuidado con la puerta al salir.
Salió, cerró la puerta y sonrió a su padre. Cuando el Peugeot 806 desapareció de su campo de visión, echó a correr. Delante de su padre no lo hacía porque se enfurecía más.
Entró en clase y volvió a oír la frase con la que su tutora le condenaba todas las mañanas: “Como siempre, tarde. Coja sus cosas y colóquese al fondo de la clase”.
¡Ring! Llegó el recreo. Jugó a fútbol con sus amigos. Perdió 3-0. Clase de matemáticas. “Os voy a entregar el examen de las derivadas”-dijo la profesora. Cinco sobre veinte y la asignatura suspendida. La rabia y la impotencia empezaban a correrle por las venas.
Llegaba la última clase: Lengua. Lectura comprensiva de un texto. Empezó a leer: "A lo largo de la historia se han escrito numerosas teorías sobre el desarrollo y las pautas educativas que deben guiar al adolescente en su aprendizaje vital, pero, entre todas, destaca una: el ejemplo. ‘Yo veo, yo hago’, podría ser el lema…”.
Las 17:10 horas. Su madre llegó puntual, algo que le irritó. Le hubiese gustado quedarse un rato con sus amigos.
-¿Qué tal el día, cariño?
- ¡De puta madre! He vuelto a llegar tarde, la cabrona de Teresa me ha vuelto a castigar, al gilipollas de Luis le han metido tres goles de mierda; no sirve ni para recoger piedras, hemos perdido el puto partido y me han jodido en las matemáticas.
- ¡Pedro!-clamó horrorizada su madre- ¿Cómo te atreves a hablar así? Desde luego, yo no sé que os enseñan en el colegio…
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